
«La pluma magistral de Marcos Chicot recrea el cénit de la Época Clásica convirtiéndolo en una vivencia fascinante, un rico y emotivo viaje al pasado que se quedará grabado para siempre en la memoria y el corazón del lector.» Libros que dejan huella
Aristóteles es el filósofo más prestigioso de Grecia y el maestro de Alejandro Magno, el conquistador invencible que ha sometido todas las ciudades griegas y la mayor parte del mundo conocido. La relación de Aristóteles con el poderoso rey hace que muchos atenienses deseen acabar con él, pero el aura de Alejandro lo protege.
Sin embargo, eso está a punto de cambiar.
En medio de una época que llega a su fin, el ateniense Prometeo y la espartana Penélope se ven arrastrados por los peligros que se ciernen sobre Aristóteles. Mientras luchan por sobrevivir, la sombra de un antiguo secreto alterará sus destinos en un mundo que comienza a desmoronarse.
* La saga de “Asesinatos de filósofos” de Marcos Chicot ha seducido ya a más de 2.000.000 de lectores de todo el mundo.
Nota editorial: Las novelas de Marcos Chicot son autoconclusivas, por lo que pueden leerse de modo independiente.
Material adicional

Recreación de Alejandro en Babilonia, contemplando desde una terraza de su palacio la ciudad y las aguas del río Éufrates. Podemos ver frente a él los famosos Jardines Colgantes, una de las Siete Maravillas del mundo antiguo.

Este busto de Aristóteles es una copia romana realizada a partir de un original griego esculpido en vida del filósofo, por lo que nos permite hacernos una idea aproximada de su apariencia física.

En esta foto estoy contemplando, como hace Prometeo en la novela, los restos del Filipeo, en Olimpia. El Filipeo era un templo circular que albergaba magníficas esculturas de marfil y oro que representaban al rey Alejandro, a sus padres Olimpíade y Filipo, y a los padres de éste. Lo erigió el rey Filipo para conmemorar la batalla de Queronea, en la que el ejército macedonio logró la victoria definitiva sobre las fuerzas griegas comandadas por Atenas y Tebas. De ese modo servía para recordar, en uno de los lugares sagrados más relevantes para los griegos, que todos ellos estaban sometidos a Macedonia.

Este pedestal de 9 metros de altura, formado por grandes bloques triangulares de mármol, sostenía la escultura de una Victoria alada. Se encuentra en su ubicación original en el recinto sagrado de Olimpia. La estatua está en el museo de Olimpia.

Estadio de Olimpia. No me resistí a hacerme una foto emulando a Perseo, el abuelo de Prometeo, si bien los corredores utilizaban las ranuras de las losas de mármol que forman la línea de salida para impulsarse en la arrancada. El público contemplaba de pie las competiciones en los túmulos que flanquean la arena del estadio, donde llegaban a congregarse más de cuarenta mil espectadores.


En el relieve de la estela y en la moneda vemos dos agarres diferentes entre competidores de lucha, uno de los cuales podría ser Prometeo en el combate que decide su destino en El asesinato de Aristóteles.

Imagen del teatro de Epidauro, el mejor conservado del mundo antiguo. Tenía una capacidad similar a la del teatro de Dionisio en Atenas: en sus gradas se podían sentar unas 14.000 personas frente a las 15—17.000 del teatro de Dionisio (la mitad del total de los ciudadanos atenienses). Al contemplarlo, nos podemos hacer una idea de lo que sería asistir a una de las obras de Eurípides o Aristófanes, o participar en una Asamblea con miles de ciudadanos rugiendo ante las palabras de grandes oradores como Hipérides o Demóstenes.

Detalle de la primera fila de asientos del teatro de Dionisio, en Atenas. Eran los únicos que contaban con respaldo y estaban reservados a los ciudadanos o invitados más prominentes. En la novela vemos a Creonte en esta primera fila durante una de las Asambleas en las que se debate sobre la rebelión contra Macedonia. Al fondo se ven los enormes muros de la Acrópolis.

La Vía Panatenaica en el tramo que conduce a la Acrópolis. Era la avenida principal de Atenas, y en la novela vemos a todos los protagonistas recorrerla en uno u otro momento.

Recreación del Pórtico Pintado de Atenas, en cuyo interior, a través de los ojos de Prometeo, vemos en la novela los cuadros que adornaban sus paredes, así como los escudos enviados por Alejandro para conmemorar la batalla del río Gránico, su primera gran victoria en Persia.

Lámparas de aceite de la época clásica, similares a las que utilizan los personajes de la novela para iluminarse.

Tabletas de maquillaje facial de la época de Aristóteles, encontradas en excavaciones arqueológicas en Atenas. Las atenienses de clase alta usaban un maquillaje con plomo para mostrar su piel más blanca, pues la palidez se consideraba un signo tanto de belleza como de virtud, al demostrar que la mujer pasaba todo su tiempo encerrada en casa.

A ambos lados de la «calle de las tumbas», que en la novela recorremos junto a Penélope y Altea, se erigían lápidas, monumentos funerarios y estelas como los de esta fotografía, que se encuentran en su ubicación original.

Detalle de monumento funerario, que representa al fallecido y a los principales miembros de su familia. Se encontró cerca de la puerta Dipilón (ahora está en el museo arqueológico de Atenas) y se esculpió en la época en la que transcurre la novela.

Hefestion, o templo de Hefesto, situado junto al ágora. Es el mejor conservado de todos los templos griegos. Hefesto era el dios de la fragua, y en la colina en la que se ubica el templo había numerosos talleres de forja como el que visitan Creonte y Bitias.

La «linterna de Lisícrates», un imponente monumento erigido para conmemorar una victoria en el certamen teatral que se celebraba durante las principales fiestas de Atenas, se encuentra en su ubicación original en la avenida de los trípodes. Junto a la linterna de Lisícrates tiene lugar una de las escenas de tensión de la novela protagonizada por Penélope y Herpilis, la esposa de Aristóteles.

Al final de la época clásica, en algunas ocasiones se adornaban con figuras las grandes vasijas. Esta innovación resulta fundamental para el taller de cerámica que vemos pasar a través de diferentes generaciones de protagonistas en El asesinato de Sócrates, El asesinato de Platón y El asesinato de Aristóteles.

Recreación del interior del templo de Eleusis, con el hierofante o sumo sacerdote junto al anaktoron, la cámara secreta en la que se guardaban los objetos sagrados que pertenecían a la diosa Deméter. La intervención del hierofante tuvo un papel determinante en los últimos días que pasó Aristóteles en Atenas.